Todo vale. Los medios de comunicación en tal de sacar el dato morboso y la imagen sangrienta hacen lo que sea. Ya no importa saber el dónde, el cómo, ni el porqué. Ahora narrar una imagen es más sencillo y mucho más impactante, de este modo se suman puntos en los niveles de una audiencia cada día más necesitada de sexo, drogas, sangre, violencia y rock and roll.
El periodista Adriano Morán, en su blog explica lo que ha ocurrido con el video de una persecución en Madrid. Unas imágenes que han sido extraídas de forma ilícita del control de tráfico de la comunidad de Madrid y colgadas en Internet, en la famosa página de videos Youtube. Las televisiones se hicieron eco de la existencia de éste y consideraron que era noticia y decidieron emitirlo sin importar su procedencia, ni más datos que los que se podían ver a través de las imágenes. Por eso, unos días lo emitían unos y otros los demás.
Pero parece que el robo de videos de seguridad para fines informativos no es la primera vez que sucede en nuestro país. Ya hace unos meses en las televisiones se podían ver las imágenes de una pelea en el Metro de Madrid. Y claro, hablando de todo esto, no podemos dejar de pensar en los videos de las explosiones del 11 de Marzo en Atocha. Esos videos que hicieron un tour informativo por informativo, dejando a la vista de todos el sufrimiento de esa tragedia.
Todo este planteamiento nos lleva a una cuestión. ¿Hasta qué punto quedan preservados los derechos a la intimidad y la imagen de las personas? En todas las parcelas de nuestra vida se encuentra una cámara de vigilancia, ya lo hemos visto: en el Metro, en los aparcamientos, en las tiendas, incluso en la calle, para controlar el tráfico, dicen. Vivimos ajenos a ellas, no le damos la mayor importancia. Pero cualquier día en cuanto te descuidas te encuentras en la tele.
El negocio televisivo es muy goloso, y quién se va a resistir a conseguir un pequeño pellizquito vendiendo unas imágenes que aunque no te pertenecen, tienes acceso a ellas. Y es que, pensarán aquellos que las venden, para tirarlas pues siempre se les puede sacar una rentabilidad. Y por su parte los medios, no se paran a pensar en si la procedencia de esas imágenes es lícita o ética. Ellos siguen con su máxima: “Que continúe el espectáculo”.
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